viernes, 10 de septiembre de 2010

"EL MAESTRO JARDINERO IV".


“El Maestro Jardinero”.

Capitulo IV.

Una sonrisa se esbozaba en sus labios, era una sonrisa que provenía de su interior, de su ESENCIA.
Una sonrisa llena de la frescura del aire Interno que emanaba del ESPIRITU, su SER.
Recién estaba comprendiendo las sabias palabras del anciano cuando le dijo: “Serás el jardinero del Templo y cuando plantes una Flor serás libre y te podrás marchar”.
Y sin embargo habían pasado muchos años y había plantado muchas flores. Solo recién había comprendido.
Solo había escarbado hacia fuera, hacia la tierra.

Fue entonces cuando tomo la “pala”, aquella herramienta que le había producido grandes dolores en sus manos cuando empezó a usarla, que se dio cuenta de su utilidad como herramienta psicológica; pero que no solo le acarrearía dolores físicos, sino, dolores morales y del ALMA.

Ya Maestro, le decía al anciano cuando creía que había cumplido su labor y el anciano como indiferente, sin identificarse le repetía “Debes remover mas, dar vueltas toda la tierra y sacar todos los gusanos e inmundicias”. Y partía en el silencio, aquel silencio propio del anciano indiferente, pero radiante de LUZ.

“La Auto-observación de si mismo solo es posible conscientemente cuando se escarba minuciosamente con el sentido de la autocrítica, EL PICO O PICOTA, y la atención dirigida al interior mismo de la psicología sombría sacando de ella lo sobrante con la pala de la COMPRENSION”.

“El trabajo de preparar la tierra interior es arduo, extenuante y requiere de perseverancia, voluntad, decisión y de estar dispuesto a sufrir los dolores de dejar los guijarros, los gusanos y las malezas sombrías del ego”.

Es lo que hay que hacer si se quiere plantar una FLOR.

Paz Inverencial
maeseanonimus.

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